Carta enviada por Pablo Neruda al recién liberado Marcos Ana Santiago de Chile, Enero de 1962
Quiero enviarte, Marcos Ana, algunas palabras, y qué poca cosa son, qué débiles las siento cuando se enfrentan a tu largo cautiverio, qué poca y pequeña luz para la sombra de España. Desde aquellos días en que perdimos —los pueblos y los poetas— la guerra, perdimos también todos gran parte de la poesía y muchos perdieron o la vida o la libertad. Así se me murieron muchos poetas y sufrimos también nosotros tormento y muerte. Añadimos una cruz y otra cruz a la necrología de los tiempos y estas cruces las trazamos en nuestro propio pecho para que no pudieran olvidarse. Le reprochamos a todos el olvido que nosotros no aceptamos, nosotros los que continuamos sangrando. Por eso, cuando sales a respirar la pobre libertad española, qué poco significarían estas pocas palabras si no llevaran en ellas tu propia pasión, la misma lucha tuya, y nuestra común esperanza. Tú eres el rostro que esperábamos, resurrecto, resplandeciente como si en ti volvieran a vivir luchando los que cayeron. Te recibimos en la ardiente poesía militante que seguirá peleando porque no sólo siente sílabas sino sangre; te abrazamos con infinita ternura y con la viva fraternidad de quienes siempre te esperaron.
Pablo Neruda  |
¡Hola! Agradecerte tu comentario en el blog de kebran acerca de El hombre Irónico. me alegro de que te guste y ya sabes donde está mi blog. Thank you
ResponderEliminar¡Hola! Agradecerte tu comentario en el blog del kebran y me alegro de que te guste El Hombre Irónico. Un saludo y ya sabes donde está. Yo también pasaré por aquí. Bye
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