lunes, 4 de enero de 2010

Marina: El periodista

El Periodista
Mientras nosotros hacíamos nuestras primeras experiencias, papá reconocía cada adoquín de las calles del Cerro, caminadas de memoria rumbo a los frigoríficos. Dicen los viejos obreros, compañeros que lo recuerdan, que lo sentían parte de ellos y sus problemas, diferenciado por la libreta de apuntes de tapa negra, que siempre recuerdo en su mano, o sobresaliendo por el bolsillo de su saco gris. Papá no me hablaba de política, pero respondía a mi provocación casi despectiva de planteos radicales y ataques sin argumentos, a su organización política.
Trataba de transmitirme su opinión, de que estudiantes e intelectuales, debíamos acompañar en sus reclamos, a los que verdaderamente generan la riqueza, de la que algunos se benefician más que otros. Confiaba plenamente en la clase obrera, y desde el lugar de periodista que eligió, se comprometió con ella.
Del local de la calle Justicia, el recuerdo surge sobre todo desde fotografías impresas en blanco y negro, en papel brillante. Una, en la que estamos mi hermano y yo, amarrados de cada mano de papá, frente a la puerta enorme de madera repujada del diario, con un pomo de bronce reluciente, reproduce la sensación casi olvidada, de traspasarla. Sabía que adentro papá nos dejaría teclear en su máquina de escribir Remington.
Cuando se mudó el Popular a la esquina de Rio Branco y dieciocho de julio, hubo festejos, ya que la sala de Redacción era más grande y cómoda, y en el subsuelo funcionaba la linotipo de hierro negro. Era una máquina monumental, de dos pisos, con ruido a ferrocarril, donde páginas enormes armadas con tipografías de metal que se juntaban como un puzzle, se copiaban en papel. Entre ese estruendo infernal, olor a tinta y gente tomando leche, papá veía salir cada madrugada el diario de denuncia, que parían cada día con el esfuerzo de todos.
Unos años después, compraron la moderna impresora offset , que los llenó de orgullo, le dio color al popular, y les duró poco tiempo.
Nos gustaba visitar a papá en su lugar de trabajo. Aurelio nos sacaba fotos, Acassuso, Porley y otros de sus compañeros, nos ofrecían prestados sus queridos instrumentos de trabajo, que hacía que nos sintiéramos periodistas.
Los autógrafos no valorados en ese momento, es una de las pérdidas de las que más me arrepiento. A cada artista, escritor o actor que visitaba o entrevistaban, mi padre le pedía un autógrafo para mí, que debía ser con dedicatoria. De algunos me acuerdo de memoria, ninguno conservo. Mercedes Sosa, Zitarrosa, Serrat, Reed, Quilapayun , y otros que no retengo, fueron casi obligados por él, a escribir con cariño, para una hija desconocida.

2 comentarios:

  1. a todos quiero agradecer el respeto y sus comentarios. Por suerte la memoria de los hombres y mujeres COMO LOS DE LAS HISTORIAS QUE COMPARTIMOS;nos llevan por el camino de la esperanza y confianza de que el hombre nuevo sigue habitando en nosotros: El recuerdo y memoria de las atrocidades que sufre la humanidad nos unen con lazos invisibles pero indestructibles. Seguir defendiendo la utopìa y hermanando gente y pueblos creo que es una de las tareas. A todos desde este paisito chico, pero que está intentando un futuro más justo, un gran abrazo y salud para 2010.
    les paso un poema de nuestros más queridos escritores, fallecido hace unos meses.
    DEFENSA DE LA ALEGRÍA

    a trini

    Defender la alegría como una trinchera
    defenderla del escándalo y la rutina
    de la miseria y los miserables
    de las ausencias transitorias
    y las definitivas

    defender la alegría como un principio
    defenderla del pasmo y las pesadillas
    de los neutrales y de los neutrones
    de las dulces infamias
    y los graves diagnósticos

    defender la alegría como una bandera
    defenderla del rayo y la melancolía
    de los ingenuos y de los canallas
    de la retórica y los paros cardiacos
    de las endemias y las academias

    defender la alegría como un destino
    defenderla del fuego y de los bomberos
    de los suicidas y los homicidas
    de las vacaciones y del agobio
    de la obligación de estar alegres

    defender la alegría como una certeza
    defenderla del óxido y la roña
    de la famosa pátina del tiempo
    del relente y del oportunismo
    de los proxenetas de la risa

    defender la alegría como un derecho
    defenderla de dios y del invierno
    de las mayúsculas y de la muerte
    de los apellidos y las lástimas
    del azar
    y también de la alegría

    mario benedetti

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  2. Gracias a ti Marna por compartir tus emociones y recuerdos con todos nosotros. El camino es la Memoria y por el debemos seguir caminando. Un beso y Feliz 2010.

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¡Salud, Memoria y Libertad!