
Que puedo añadir de este hombre que trasmite una humanidad increíble y que a pesar de la crueldad vivida, recuerda con amor la fraternidad que se establecía con los compañeros, recordando los años pasados entre los muros con pasión e intensidad. Su pecado fue terrible; quiso llenar de estrellas, el corazón del hombre. Yo solo puedo expesar mi gratitud y admiración por este Quijote que cabalga contra los gigantes del Olvido y la desmemoria. Gracias compañero del alma, compañero.
Aquí sus palabras para que comprendáis la bondad de este gran hombre y poeta, un trozo de sus reflexiones que escribió para el final de su magnifico libro "Decidme como es un Árbol" Memorias de la Prisión y la Vida. Un legado de un valor incalculable para las generaciones de entonces, las de ahora y las venideras.
El bosque de mi generación se va despoblando poco a poco y yo sigo en pie como un árbol milagroso, quizás porque no he perdido la apasionante costumbre de vivir y de luchar para algo que vaya más allá de mí mismo. Sigo y seguiré en el camino, luchando, amando, repartiendo las rosas tardías de mi vida “aparcada” tanto tiempo. Llegué muy tarde a mi juventud, pero como dijo Picasso: “hace falta tiempo, mucho tiempo para ser joven”.
Sería imposible, aunque trate de ocultarlo, que a mis 87 años no piense en esa sombra oscura que me ronda y se acerca poco a poco y que me acechó tantas veces. La siento, percibo sus pasos sigilosos, ahora no viene armada de fusiles, sino con su inapelable Ley natural bajo el brazo…
Cuando recobré la libertad no pensaba en el tiempo perdido o arrebatado. Tenía cuarenta y dos años, salía con la juventud intacta, la vida me abrió sus brazos generosamente y la viví con intensidad, como la soñaba en la cárcel.
Si salgo un día a la vida,
mi casa no tendrá llaves
Siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día
y la lluvia azul, la tarde.
El rojo pan de la aurora;
la luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
Nunca cerrados: que pasen
Los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.
Todo era futuro para mí y el final del camino estaba lejos. Me sentía eterno. Los años pasados en prisión en lugar de angustiarme daban más valor a todo lo que vivía, en una dimensión especial, con un goce profundo y tembloroso. Sentir la libertad, pisar la hierba, mirar el azul del cielo o las estrellas, amar a una mujer, poner mi mano sobre la cabeza de un niño, estrechar a mi hijo entre mis brazos, todas esas sensaciones que para los demás son bienes naturales, a mí arrebataban de placer y sorpresa y me estremecía de felicidad al descubrirlas y poseerlas.
Es ahora, cuando el río está a punto de llegar al mar y desvanecerse en la nada, cuando me angustian aquellos 23 años que me robaron, toda mi juventud y la mitad de mi vida. Aunque quizás no debemos contar la vida por años, sino por la intensidad con que la hemos vivido. Y los años sufridos en prisión fueron más bien ganados que perdidos, pues los viví con tanta pasión en aquel crisol de dignidad que dieron una dimensión especial y un sentido más profundo a mi existencia. Pero el tiempo, mi tiempo, se va, no puedo negociar con él, ni detenerle, me agarro a sus crines y me arrastra desbocado y el silencioso hacia el final de la vida.
Ya no me queda futuro para ver la victoria plena de de redentores y nobles ideales. La verán y la disfrutarán nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos. Las medidas humanas no siempre coinciden con las medidas históricas y es muy difícil que los procesos revolucionarios de fondo se culminen en el espacio de una vida. Confío en las nuevas generaciones, en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia. Ellas proseguirán nuestra lucha por un mundo más justo y humano, un mundo sin hambres y sin guerras, sin desigualdades sociales, donde el sol salga y caliente para todos.
Estoy orgulloso de mi vida, de los camaradas que me acompañaron e la lucha, de las nobles ideas que dieron sentido a mi existencia, y sigo pensando que vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo.
Has de saber morir por los hombres,
y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es vivir.
Nazim Hikmet
Aquí sus palabras para que comprendáis la bondad de este gran hombre y poeta, un trozo de sus reflexiones que escribió para el final de su magnifico libro "Decidme como es un Árbol" Memorias de la Prisión y la Vida. Un legado de un valor incalculable para las generaciones de entonces, las de ahora y las venideras.
El bosque de mi generación se va despoblando poco a poco y yo sigo en pie como un árbol milagroso, quizás porque no he perdido la apasionante costumbre de vivir y de luchar para algo que vaya más allá de mí mismo. Sigo y seguiré en el camino, luchando, amando, repartiendo las rosas tardías de mi vida “aparcada” tanto tiempo. Llegué muy tarde a mi juventud, pero como dijo Picasso: “hace falta tiempo, mucho tiempo para ser joven”.
Sería imposible, aunque trate de ocultarlo, que a mis 87 años no piense en esa sombra oscura que me ronda y se acerca poco a poco y que me acechó tantas veces. La siento, percibo sus pasos sigilosos, ahora no viene armada de fusiles, sino con su inapelable Ley natural bajo el brazo…
Cuando recobré la libertad no pensaba en el tiempo perdido o arrebatado. Tenía cuarenta y dos años, salía con la juventud intacta, la vida me abrió sus brazos generosamente y la viví con intensidad, como la soñaba en la cárcel.
Si salgo un día a la vida,
mi casa no tendrá llaves
Siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día
y la lluvia azul, la tarde.
El rojo pan de la aurora;
la luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
Nunca cerrados: que pasen
Los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.
Todo era futuro para mí y el final del camino estaba lejos. Me sentía eterno. Los años pasados en prisión en lugar de angustiarme daban más valor a todo lo que vivía, en una dimensión especial, con un goce profundo y tembloroso. Sentir la libertad, pisar la hierba, mirar el azul del cielo o las estrellas, amar a una mujer, poner mi mano sobre la cabeza de un niño, estrechar a mi hijo entre mis brazos, todas esas sensaciones que para los demás son bienes naturales, a mí arrebataban de placer y sorpresa y me estremecía de felicidad al descubrirlas y poseerlas.
Es ahora, cuando el río está a punto de llegar al mar y desvanecerse en la nada, cuando me angustian aquellos 23 años que me robaron, toda mi juventud y la mitad de mi vida. Aunque quizás no debemos contar la vida por años, sino por la intensidad con que la hemos vivido. Y los años sufridos en prisión fueron más bien ganados que perdidos, pues los viví con tanta pasión en aquel crisol de dignidad que dieron una dimensión especial y un sentido más profundo a mi existencia. Pero el tiempo, mi tiempo, se va, no puedo negociar con él, ni detenerle, me agarro a sus crines y me arrastra desbocado y el silencioso hacia el final de la vida.
Ya no me queda futuro para ver la victoria plena de de redentores y nobles ideales. La verán y la disfrutarán nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos. Las medidas humanas no siempre coinciden con las medidas históricas y es muy difícil que los procesos revolucionarios de fondo se culminen en el espacio de una vida. Confío en las nuevas generaciones, en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia. Ellas proseguirán nuestra lucha por un mundo más justo y humano, un mundo sin hambres y sin guerras, sin desigualdades sociales, donde el sol salga y caliente para todos.
Estoy orgulloso de mi vida, de los camaradas que me acompañaron e la lucha, de las nobles ideas que dieron sentido a mi existencia, y sigo pensando que vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo.
Has de saber morir por los hombres,
y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es vivir.
Nazim Hikmet
5 comentarios:
Ante palabras tan hondas, hermosas y con tanto significado, solo queda leer, aprender, y pensar.
Un abrazo para ti y un saludo muy cordial para Marcos
Me alegro muchísimo que Almodovar aborde la historia de Marcos en su próxima película. Me he apuntado la referencia de su libro para buscarlo mañana. Tienes la virtud de contarnos las cosas con tal sensibilidad e inteligencia que salimos de aquí con ganas de saber más y más. No lo dudes, leeré su libro. Gracias como siempre. Un beso
Querida Saiza, te he tenido abandonado y ha sido en contra de mi voluntad. No me digas por qué pero el blogroll de blogger te había borrado y no salías. He entrado para ponerte una nota pensando que llevabas unos días sin escribir y me encuentro que has escrito unos cuantos posts que no me habían salido. Creo que está arreglado ya, lo controlaré.
En cuanto oí la noticia de Almodóvar me acordé de tí y estaba seguro de que te encantaría la noticia. Me alegro mucho por Marcos, por la Memoria Histórica y también por tí, que sé que estarás muy contenta.
Un beso.
Salud y República
Navegante: Gracias por tus lindas palabras, que siempre sirven de animo y cariño. Un beso
Carmen: Yo si que me alegro que este Rincón te haya servido para que leas el magnifico libro de Marcos, que sin duda no te dejará indiferente y te emocionará. Pues como el mismo dice pese a los tiempos oscuros, es un canto a la vida, al amor y la libertad. Un beso
Rafa: Ya echaba de menos tus comentarios, la verdad es que yo llevo un mes algo ausente y no escribo tan a menudo, ni dejo comentarios. Pero te sigo casi a diario. Un beso
¡Salud,Memoria y Libertad!
Qué grandeza, qué nobleza, qué...Cuando nos traes a Marcos ana nos quedamos sin palabras. Muy bien tendrá que hacerlo almodóvar para plasmar la vida de este hombre irrepetible.
Un abrazo, Saiza.
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