Quiero unirme a la despedida de este gran hombre o muchacho como dice el entrañable Germán, muchacho de 103 años que aún respiraba Libertad, un republicano ejemplar, que no tuvo reparo en recibir el Premio Príncipe de Asturias, y que mantuvo viva su lucidez y honradez hasta el ultimo momento, el cual nos deja un gran legado.
Os dejo con la bonita entrada publicada por Albino. ¡Salud, Memoria y Libertad!

Solamente hablé con él en una ocasión en que coincidimos en Buenos Aires, cuando fue a dar algunas conferencias y en la conversación-entrevista tuve dos testigos de excepción, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Se desarrolló en el lugar más adecuado para ello, el café Tortoni, es decir la versión argentina el madrileño Café Gijón, aunque con algún ambiente tanguero, pues se tocaba y se bailaba en su planta del sótano.
Fui lector de Ayala en estos últimos años en los que la jubilación me permitió tener más horas libres y recuerdo que me impresionaron sus memorias “Recuerdos y olvidos” porque en ellas cuenta no solamente retazos importantes de su vida, sino también sus encuentros interesantes como cuando, viviendo en Puerto Rico, formaba grupo con Juán Ramón Jiménez y el músico Pau Casals, que también habían encontrado refugio en ese lugar que nunca se definir dentro de los Estados Unidos, aunque es en forma jurídica un estado asociado, pero más parece país independiente ya que conserva el castellano como idioma y el caribeño como ambiente.
Francisco Ayala fue un buen estudiante granadino que se trasladó a Madrid a los 16 años para simultanear Derecho con Filosofía y Letras, pero por entonces ya lo reclamó la literatura y en 1923 publicó sus dos primeras novelas y poco después comenzó a colaborar con la Revista de Occidente, que había fundado José Ortega y Gasset.
Tras residir en Berlín coincidiendo con el nacimiento del Novimiento Nazi, y después de doctorarse en derecho, fue profesor en la universidad de Madrid y Letrado de las Cortes en la República.
Tras su exilio, provocado por el golpe de estado, permaneció en Buenos Aires durante diez años, luego en Puerto Rico y después dio clases de literatura española en las universidades norteamericanas de Princenton, Rugers y Chicago. Aunque volvió a España en 1960, no se instaló definitivamente en Madrid hasta 1976 y al año siguiente fue elegido miembro de la Real Academia Española siendo galardonado después con los premios Cervantes y Príncipe de Asturias.
En su obra hay novela, ensayo, filosofía, traducciones, artículos periodísticos y la autobiografía, cuyos títulos pueden consultarse perfectamente en cualquier manual o en el mismo Google donde hoy, coincidiendo con las emisoras de radio, la televisión y los diarios virtuales se dio la noticia de su muerte alrededor del mediodía. Quizá uno de los escritos más curiosos de su vida tarde mucho en conocerse pues lo dejó depositado en una caja fuerte del Instituto Cervantes con la condición de que no se abra hasta 2057. Un curioso misterio.
Es ejemplar esta vida de Francisco Ayala que estuvo lúcida hasta los últimos momentos de su existencia.
3 comentarios:
Un intelectual sobresaliente y lúcido; un escritor clásico, de factura única; un sociólogo brillante; un hombre comprometido con la libertad y la democracio. Un buen tipo.
Todo eso hemos perdido con Ayala. Tuve el gusto de conocerle hace unos treinta años, poco tiempo después de haber vuelto del exilio. Y hablé con él cinco minutos. Suficiente. Me dejó una huella humana imborrable.
Salud y República
Pues que privilegio conocer a una persona así, que como tu bien dices aunque fueron cinco minutos te dejaron una huella imborrable. Yo tengo que decir que tengo muchas huellas imborrables en mi vida y a muchas ni las conozco, pero este Rincón me esta dando la oportunidad de que mi vida sea de lo más enriquecedora y emotiva. Un beso Rafa
¡Salud, Memoria y Libertad!
Sentido homenaje a otro gran republicano que se va ...
Pero también se queda con nosotros a través de su obra . Un ejemplo de lucha y de compromiso , además de encomiable talento y memoria ardua para que nada quede en el olvido.
Memoria y República!
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