En el año 2004 escribí una carta a Marcos en la que, entre otras cosas, le decía:
“Tu vida y tu obra. Toda tu obra, no solo tu poesía, me ha hecho meditar.
¿De dónde sacas la fuerza para mantener la antorcha de la fe y la esperanza en tus ideales -que siguen siendo los míos, aunque yo ya no tenga fuerza para mantener encendida esa antorcha?-
De niño luchaste con las armas en la mano en esa gesta gloriosa que fue nuestra guerra civil. Y la perdiste, la perdimos todos-. Fuiste preso, torturado, condenado a muerte, encarcelado más de 20 años -toda una vida- y cuando saliste, o mejor dicho, cuando te arrancó de las garras del fascismo la solidaridad internacional, dedicaste tu vida a esa misma solidaridad -a esa y a todas las solidaridades- para con todos los pueblos y todas las injusticias. Viste hundirse la Unión Soviética y los regímenes comunistas que dejó a su paso victorioso el ejército rojo. (Quizá, porque no fueron revoluciones de sus pueblos es por lo que fracasaron). Y tú seguiste en la brecha. Te presentaste a Diputado por el Partido en la ciudad de Burgos, y sus gentes olvidaron el penal y tus sufrimientos. Quizá comprensible porque el pueblo estaba a otra cosa. Y tú seguiste en la brecha.
Ahora, yo te pregunto, hermano del alma y de la idea:
¿Tiene razón Vázquez Montalbán, cuando dice que los comunistas españoles fuimos la mitad tontos y la mitad cómplices?
¿O tiene razón Irene Falcón, cuando a pesar de todos sus sufrimientos, termina el libro “Asalto a los cielos” diciendo: “El Comunismo, como el feminismo, si no existieran habaría que inventarlos. ¡Salud!.
Te ruego hermano que me escribas unas líneas diciéndome qué piensas, qué has pensado con todo lo que has vivido. Dime qué es lo que te sostiene en esa lucha que aún mantienes, yendo de allá para acá, acompañando brigadistas, o asistiendo a actos de solidaridad. Dime Marcos querido, ¿por qué no descansas?. ¿Qué es lo que te hace permanecer despierto? O es quizá que sigues la máxima que me pusiste hace ya muchos, muchísimos años en otra dedicatoria: “Incluso entre los muros de una prisión, era posible la alegría. El arte de la felicidad, es el arte difícil, y a veces costosísimo de estar conformes con nosotros mismos”. Por favor Marcos, escríbeme tu secreto. Con el abrazo más entrañable,”
Me ha contestado escribiendo “Decidme cómo es un árbol”. No he podido tener mejor contestación.
Ahora que, con toda justicia, se está pidiendo para Marcos Ana el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que es un premio de gran prestigio internacional independientemente del nombre que lleve. Todos debemos poner nuestro máximo esfuerzo para que se le conceda. Nadie tiene más méritos para obtenerlo. Marcos, en la cárcel, torturado cruelmente y esperando cada noche durante años si había llegado la suya de ser llevado a la tapia de los fusilamientos, autodidacta en esa Universidad del pueblo, escribió versos sin rencor y ofreció su mano a los que le tenían entre muros. Dice su poema :
“Mano en paz”
La hoguera del pueblo tiene
aún esparcidas sus aguas.
Ay, como el fuego se junte,
¿quién apagará sus llamas,
quién sujetará los bosques
del pueblo ardiendo en sus armas?
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz, tomadla.
No esperéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Los diques también se rompen
bajo el martillo del agua;
el viento descuaja el árbol
por hondas que estén sus plantas;
y hay volcanes que deshacen
el pecho de las montañas.
Escuchad la voz de un pueblo
que busca la luz del alba,
con la paz en sus banderas
y el amor en sus gargantas.
No dejéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz. TOMADLA.
Marcos, como otros miles de presos comunistas españoles, aceptó plenamente la política de reconciliación nacional que levantó el Partido en los años 50. También así lo recoge en varios poemas.
“Al soldado que luchó contra mí”
¿Recuerdas Aquel árbol -aquel día-
que grabaste con pólvora y batalla
tu nombre de soldado -tu porfia-?
¿Era en esta ciudad? ¿Fue en aquel río?
En Belchite, en el Ebro… ¡Ya qué importa!
Juan Español firmaba con tu sueño y el mío.
(También grabé yo al pie de la Mañana
a diente y corazón, sangre y machete,
roja insignia de indómita campana).
Con las venas abiertas tú soñabas
una España de pie sobre sus mares
hecha canción y alegre ramo. Amabas
lo que yo más quería. ¡Qué estéril fue la cruz!
Hacia la Noche, hermano, los caminos
torcieron bruscamente. Se congeló la luz.
Y de tu sangre hermosa, y de la mía,
no nacieron los trigos esperados,
sino sangre y más sangre todavía.
Sin dique quedó el llanto. Los olivos ardiendo.
Desgarradas con lívido espanto las palomas
y el toro seco del terror bebiendo
la sangre en los hogares. Y tus ojos,
que eran cumbre caliente, de banderas
se vieron con los míos cubiertos de cerrojos.
¡Hermano de la Patria y de la Pena!
tu corazón desnudo está conmigo,
cansado del cuchillo y la cadena.
Sí, lo comprendo.
Tú llevas una cruz sobre tu pecho,
tú rezas con fervor todos los días,
tú esperas tu cosecha en ese mundo
Hay ángeles azules que siegan con sus alas
Las azules espigas de tus sueños.
Está bien.
Pero tu corazón, ¿no está conmigo,
con su raíz, su tierra inevitable?
Necesitas tu pan de cada día,
los pájaros, los árboles, el agua
y el aire que respiras.
Ven tus ojos paisajes
(cómo van a evitarlo si están vivos)
Que dan pena o canción a tu mirada.
No lograrás cegarte,
ni huirte a una ladera solitaria
ni ensordecer el grito de los hombres:
el amor sabe a incienso y es humano.
Mi madre era “Ana santa”,
un puñado de carne consumida,
arrebujada y sola en el silencio,
que murió de rodillas -me contaron-
crucificada sobre un leño de llanto,
con mi nombre de hijo entre sus labios,
pidiendo a Dios el fin de mis cadenas.
(Hoy hay madres que rezan todavía
-miles de corazones prosternados-
por sus hijos heridos en las sombras
y que luchan, golpean
en las puertas de la tierra,
exigen de los hombres la muerte de los muros).
Escúchame quienquiera que tú seas
si es que el amor a Dios el alma te ilumina,
no puedes de este mundo así marcharte,
emprender la gran senda con las manos vacías,
llegar ante las puertas de Dios, que tu fe sueña
para decir_ Señor, no traigo nada,
dame un punto de amor de tu lumbre divina.
Porque el Señor, tu Dios, contestaría:
vete, rompe tus pies por los bermejos hielos infinitos,
apóyate en la vara nudosa de tus odios,
serás un caminante para siempre si no hallas
la palma del amor que no quisiste
tomar del Árbol que plantó mi sangre.
“Deseo”
El hijo de Caín que ya no pueda
contra la primavera desatada
levantar su rencor, ni asesinar al beso.
Que el odio no consiga
Inundar las riberas asépticas del aire.
Que no pueda un cuchillo
contra una golondrina,
ni el asesino pueda
estrangular la aurora.
Que no pueda la guerra
aplastar las cabezas de los recién nacidos,
ni cortar las arterias
jubilosas del hombre.
Que no existan colmillos,
ni pistolas, ni baba,
ni la rabia levante
sus olas insensatas.
Solo el amor tremendo
como todos los mares
lloviendo en catarata
sobre nuestras pupilas,
inundando planetas
y llenando los versos
de todos los poetas.
No solo Marcos Ana se merece el premio Príncipe de Asturias, sino que, nadie mejor que él ha hecho méritos para que se le conceda el premio Nobel de la Paz. Se lo pedí en 2006 en la introducción de mi libro y, aunque en el Partido se recibió con entusiasmo la propuesta y se decidió hacer una campaña para conseguirlo, luego, como por desgracia pasa con tantas cosas, se dio pie al olvido.
Para terminar, un ruego a los dogmáticos de siempre: no aleguéis para oponeros a que Marcos le acepte el premio, porque lleva el nombre de un príncipe, que todos los republicanos esperamos que nunca llegue a ser Rey. El premio es a la concordia. Marcos y todos los comunistas que aceptaron la reconciliación nacional cuando estaban siendo machacados y asesinados son merecedores del Premio a la Concordia. . Reconocerlo hoy es hacer justicia. Si se consigue será un activo más del Partido.
Quiero recordar que también cuando Pablo Neruda fue galardonado con el Premio Nobel, y ante las presiones de los dogmáticos de siempre, llegó incluso a dudar de si lo debía aceptar, el Presidente Allende le escribió pidiéndole encarecidamente que lo aceptase, pues con ello prestaba un gran servicio al proceso chileno. Neruda pronunció en 1971 un magnífico discurso en nombre de los premiados ese año. Lo hizo ante el Rey de Suecia. Terminó su discurso con estas palabras: “aquí estoy con mi poesía y mi bandera” Evidentemente la bandera roja era la que recibía el Premio Nobel. Marcos podría terminar su discurso al recibir el premio diciendo también que allí estaba con su poesía, con sus banderas, la roja y la de la solidaridad.
2 comentarios:
Tiene toda la razón Teodulfo cuando dice que el nombre del premio es lo de menos. Ya en mi blog, tuve también quien en aras de una pureza ideológica decía que no había que presentarle al premio. Pero, yo que tuve al principio dudas, no tengo ninguna una vez que Marcos lo ha aceptado. ¿Quiénes somos los demás para hablar en nombre de él? ¿Es que somos más papistas que el papa? A mí tampoco me gusta que se llame "Principe de Asturias", pero la repercusión que tiene para él, que se lo merece, y para la Memoria Histórica de los republicanos está muy por encima de eso.
Salud y República
Como RGAlmazán dijo... yo también publiqué -varios textos- en apoyo a la candidatura de Marcos Ana a premio A La Concordia, aunque vaya precedido de príncipe de Asturias. Con tanto matiz que suele tener la gente que presume de ser más de Izquierda que nadie... no vamos a ningún sitio, nunca llegaremos a nada efectivo. Una pena, una p... pena. Gracias por tus palabras. PAQUITA
VINE DEL BLOG DE fUSILADOS DE tORRELLAS -daalla-
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