
Hija de labradores sin tierra, María Rodríguez, alías la “Goyerías”, fue durante décadas uno de los grandes símbolos del movimiento “maqui” al representar a una de las escasas mujeres que, enroladas en las filas anarquistas, huyó a las montañas por la represión franquista para participar de forma activa en los enfrentamientos armados.
Nacida cerca de Guadalupe, en Alía (Cáceres), a quien también se la llamaba “Balbotina”, no le quedó más remedio que comenzar a trabajar en el cortijo “Rañas” hasta que apareció ante sí la gran oportunidad de salir de aquella miserable y ruin rutina. Entre las encinas aparecieron Joaquín Ventas “Chaquetalarga”, todo un mito guerrillero con el que luego tendría un hijo, y Víctor Roque “Miguelete”. También para su hermana Paula, “Migueleta”, quien se enamoraría del otro lugarteniente. Ya no habría vuelta atrás. Habían sido denunciadas por su propia tía, Justa “La Larga”. A partir de entonces, las abruptas y empinadas sierras, casi siempre a la carrera, en su hábitat natural desde muy joven.
Los tres primeros años los pasó en las montañas extremeñas, dentro de la 13º División de la Agrupación Guerrillera, hasta que se asentaron durante algo más de tiempo en el campamento que los ‘maquis’ tenían en los valles de Puebla de Don Rodrigo, por los campos de Ciudad Real. María también participaba en secuestros o atracos para recaudar fondos con los que ir sobreviviendo, aunque declaró tras su detención que ella “siempre se quedaba más atrás”.
Sin embargo, el mayor dolor llegó de la propia traición de sus compañeros, en concreto por “Chaquetalarga” y “Miguelete”, quienes desconfiados de todo lo que se movía, la abandonaron, junto a su hermana, para marcharse ambos a Francia porque la presencia de mujeres, y ya habiendo ya engendrado en la sierra a su hija Paula, era demasiada carga para estar seguros.
Desmoralizadas y con la impotencia de no poder seguir luchando contra la represión franquista, intentaron rehabilitarse a la vida civil y comenzaron a trabajar como sirvientas en la casa del jefe de la Falange de la localidad de Navas del Madroño (Cáceres).
No tardarían en pasar inadvertidas –se recurría entonces de forma habitual a los chivatazos para salvar la vida- y fueron descubiertas por un ex guerrillero delator, Vicente Rubio, conocido como “Pedro el cruel” un 30 de marzo de 1948 y aunque decidieron colaborar con su testimonio, fueron condenadas en un consejo de guerra, tras terribles palizas. ‘Goyerías” a 14 años, de los que cumplió 5, y su hermana Paula a 16.
Era la época en la que entregar por un tiempo, o quizás para siempre, a tus hijos a un familiar o incluso a los pastores- su hermana les cedió los dos- era la norma común. Así lo hizo también María, que cuando se reencontró con su hija pasados unos años, se quedó muda al comprobar que se había casado con un… ¡guardia civil!, según ella misma contó a la revista de historia “Sapiens”.
Desde los años 50, ya retirada de cualquier movimiento guerrero tras salir de la cárcel, y hasta su fallecimiento ayer, se fue a vivir a Cataluña, donde conoció a José Campano, con el que se casó para vivir en una barraca y luego trasladarse al barrio de Bellvitge, en Hospitalet, hasta el fin de sus días.
María Rodríguez Juárez, guerrillera maquis, nació en Alia (Cáceres) y falleció el viernes 10 de septiembre en Hospitalet de Llobregat a los 90 años.
Reportaje de David Vigario.